Estamos en un mercado laboral cada día más enfocado al desarrollo y bienestar integral de los trabajadores. Es aquí donde las habilidades blandas o soft skills han ganado especial importancia a la hora de convetirse en un líder.
Las habilidades blandas, a diferencia de las habilidades duras, son habilidades sociales imprescindibles que, aunque no se certifican por medio de un aval técnico, permiten que la gerencia de recursos humanos se incline más por una candidatura que otra.
Así que, si quieres liderar con éxito a tu equipo de trabajo, procura acoger estas aptitudes sociales.
Las habilidades blandas, también conocidas como competencias blandas o habilidades suaves, hacen referencia a un conjunto de aptitudes sociales que hacen que una persona sepa relacionarse y comunicarse de forma efectiva con su entorno.
En las habilidades blandas concurre una fusión de aptitudes y destrezas enfocadas a tener una adecuada interrelación. Es decir, saber:
Así que estas capacidades y competencias sociales promueven la adaptabilidad.
Las habilidades suaves son totalmente opuestas a las duras, podría decirse que son el contrapeso, uno muy necesario en cualquier ejecutivo. Recordemos que las capacidades duras refieren a los requerimientos técnicos y formales imprescindibles para realizar con eficacia y profesionalidad una determinada actividad.
Tanto las competencias blandas como las capacidades duras se han convertido en los principales elementos evaluados durante una entrevista laboral. Aunque en el caso de las destrezas técnicas, estas suelen ser comprobadas por medio de una prueba o examen. Pues el nivel de cualificación demandado por las empresas cada vez es mayor.
Y a diferencia de las habilidades duras que de acuerdo con cada tarea profesional las destrezas requeridas son muy particulares, las capacidades y competencias sociales son integrales, y no distinguen entre un profesional a otro. Eso sí, hay aptitudes sociales que son determinantes para puestos especiales, como el personal de atención al cliente.
Hoy en día, existen profesionales cualificados a nivel técnico que se consideran un “líder”. Pero pierden la compostura en una discusión con un colaborador, son incapaces de asumir un error, utilizan argumentos prejuiciosos para oponerse a las ideas de otros, etc.
Aun así, hay empresarios que consideran que las competencias blandas son innecesarias en un ejecutivo o manager, siendo un gran error. Todos estos escenarios terminarán por afectar la prosperidad individual y, a largo plazo, el bienestar colectivo.
Por eso, es necesario que un ejecutivo tenga algo más que empatía, debe poseer capacidades y competencias sociales que le permitan entender, analizar y enmendar las diferentes situaciones que pueden presentarse en una empresa.
Y es que, las habilidades suaves hacen que un profesional esté capacitado para guiar un equipo al éxito. Siempre tomando en cuenta sus necesidades y respetando las distintas personalidades, solventando los problemas para evitar que tomen una trascendencia grupal. Las soft skills son la clave de éxito en los objetivos de una empresa.
Las soft skills contemplan capacidades interpersonales que permiten a un líder crear un buen ambiente laboral y, a su vez, fortalecer las relaciones de trabajo. Entre las habilidades blandas que se requieren para ejercer el liderazgo, destacan:
La empatía es la capacidad que tiene el líder para “ponerse en los zapatos” de sus colaboradores y ser solidario. Para esto, tiene que entender cómo se dirige a su equipo y a su entorno en general, y cómo es percibido por ellos.
De igual modo, también se traduce en comprender las debilidades y las fortalezas del grupo que lidera, además de conocer aspectos intrínsecos como aquello que le motiva e inspira, sus aspiraciones, anhelos, y demás factores internos.
Otra soft skill que también es necesaria es la facilidad de comunicación. Un líder ejecutivo tiene la responsabilidad de ser una vía de comunicación desde la alta gerencia hasta su equipo de trabajo. Por eso, tiene que aprender a dar a conocer las ideas, problemas, inquietudes y puntos de vista a modo que sean comprendidos por todos.
Pese a las situaciones de presión laboral que se puedan suscitar en un ambiente de trabajo, las habilidades suaves dotan de las competencias necesarias para saber adaptarse a las diferentes circunstancias. Y una de ellas es desarrollar la capacidad de encontrar las mejores palabras para comunicar un mensaje, aunque contenga llamados de atención.
Una de las tareas más complejas del liderazgo es aprender a delegar funciones entre los colaboradores. La labor de un líder implica mucho compromiso y, en función del tamaño del equipo, las actividades a realizar pueden ser muchas o pocas.
Sin embargo, delegar es determinante tanto para el líder ejecutivo como para el equipo de trabajo. Y es que, además de que puede aligerar cargas laborales, cuando da un grado de autonomía a su equipo está alimentando su confianza, seguridad, motivación y satisfacción personal/profesional.
La clave está en saber qué tareas delegar y a qué colaborador. Lo más conveniente es que todos estén cómodos con las tareas a desarrollar, y que reciban un apoyo constante.
Un buen manager que ejerce liderazgo sabe motivar e inspirar a su equipo. O, por lo menos, debería hacerlo. Los colaboradores ven en él un apoyo sólido, un ejemplo a seguir, un ser que les inspira y quien es su prototipo de ejecutivo a ser el día de mañana.
Por tal, debe ser fuente de motivación e inspiración para su equipo de trabajo. Para esto, debe promover la empatía en un ambiente donde se respire la cordialidad, el respeto y la colaboración.
Puede apoyarse en una entrevista individual o en un test personal que permita recoger las motivaciones e inspiraciones de cada uno de los colaboradores. Y así, poder comenzar a responder a ellas. De igual modo, debe motivar e inspirar a sus colaboradores a continuar dándolo todo de sí en sus labores. No solo por el éxito profesional, sino por el personal.
Entre las habilidades blandas, la escucha activa es la base de todo. Es poco probable que se pueda llevar a cabo un buen liderazgo si no se sabe escuchar a los colaboradores, si no se da relevancia a lo que ellos tienen que decir. Un buen líder es compresivo y, para esto, tiene que mantener la escucha activa, preocuparse por preguntar en todo momento.
Y eso sí, no se trata solo de escuchar y quedarse con la información. Si los trabajadores están comunicando una inquietud, por ejemplo, es porque esperan una solución. O, por lo menos, una guía para ayudar a solventar esta problemática.
Así que es importante entregar tu retroalimentación. Esto es determinante para una correcta resolución de conflictos que permita mantener un clima de trabajo armonioso.
Para ser un líder exitoso se debe aprender a trabajar en equipo, un objetivo que pocos consiguen porque no dan relevancia al resto de aptitudes sociales necesarias para complementar esta labor. Porque no se puede ejercer un buen liderazgo cuando se trabaja en equipo y ser una persona nada empática que pocas veces rinde méritos al esfuerzo de sus pares.
Trabajar en equipo implica la capacidad de entender que todos los colaboradores tienen una personalidad diferente a la nuestra, y que su pensamiento es distinto y único. Para trabajar en equipo tienes que ser capaz de delegar y guiar basado en el respeto.
Además, llegar a los objetivos organizacionales solo es posible trabajando en equipo. Por eso, esta se ha convertido en una de las habilidades suaves más valoradas en la gestión de recursos humanos. Tanto en el proceso de selección de personal como al momento de designar a un colaborador interno para ejercer un buen liderazgo.
Entre las competencias y habilidades sociales que se han vuelto imprescindible en un manager, la inteligencia emocional es muy importante. Esta soft skills va de la mano con la empatía, un buen liderazgo debe considerar y respetar que cada colaborador tiene una vida personal de la cual no puede desconectarse del todo cuando está ejerciendo sus labores.
Hay situaciones en que un trabajador puede verse afligido por alguna situación de su vida diaria, hasta el punto de que las consecuencias pueden afectar su desempeño laboral. Un manager empático sabe reconocer estos momentos y, debe poner en práctica su habilidad emocional para ayudar a su colaborador.
Porque es responsabilidad de quien funge como líder mantener en óptimos niveles la productividad, la motivación y el entusiasmo de su equipo. Y para conseguir todo esto, todos los colaboradores deben tener un balance integral en sus emociones.
No cualquier ejecutivo tiene la capacidad de reconocer cuáles son sus fallas y por qué las ha cometido. Sin embargo, es necesario que cualquier profesional que desee liderar un equipo sepa identificar cuál es su estilo de liderazgo, cuáles son sus debilidades y fortalezas propias y, ante todo, qué tipo de líder es. Todo esto desde un punto de vista objetivo.
Aquí es necesario que la empresa guíe al profesional en función de su perfil. Es decir, mostrándole cuál es estilo de gerencia que se adecúa a su visión, y cómo puede encaminarse a él. De igual forma, la apreciación de los colaboradores siempre será necesaria. Así que es importante preguntar cómo es el trato recibido del profesional.
Encaminar al equipo de trabajo a los propósitos organizacionales es el principal objetivo que persigue el liderazgo. Pero una de las metas para conseguir este hecho de manera exitosa es desarrollando el equipo. Y es que, la adecuada gestión de un grupo de colaboradores es imprescindible para el crecimiento de la empresa y, de ellos mismos.
El profesional encargado de liderar debe tener la capacidad de identificar cuáles son las habilidades duras y aptitudes blandas de cada uno de sus trabajadores. Es decir, cuáles son sus puntos fuertes y, por ende, en qué tipo de labores se desempeñarían mejor. Por supuesto, también debe reconocer en qué aspectos necesitan reforzar.
El fin es potenciar el desarrollo de equipos por medio de un programa de capacitación y formación constante que, no solo permita atender a las responsabilidades laborales, sino que también potencie sus aspiraciones personales y profesionales.
Pedir al equipo de trabajo que realice un patrón que no estás siguiendo, es una errada práctica que no traerá buenos resultados. Para los colaboradores eres un ejemplo y modelo a seguir, esa es la posición que asume un líder en el momento que decide tomar esta designación. Así que, si vas a solicitar alguna acción, procura que también la estés haciendo.
Basta con pedir que sean empáticos cuando no aplicas la empatía. Independientemente de la cultura organizacional, es imprescindible asumir esta soft skills.
Es poco probable que puedas liderar sin construir una relación de respeto y cordialidad con tu equipo de trabajo para inspirar confianza. Estudios aseguran que los seres humanos somos más productivos en ambientes donde nos sentimos confiados. Y bajo esta premisa debes actuar, fomentar un buen clima laboral depende de cuánta confianza haya.
Ya las empresas han notado que no es suficiente orientar sus esfuerzos a la parte técnica de su empresa, porque a final de cuentas todo depende del desempeño del recurso humano. Ahora, es más importante invertir tiempo y dinero en crear una relación de confianza con cada uno de los colaboradores de la empresa para que estos puedan rendir.
La mayoría de los líderes deben negociar durante todo el día. No solo con los trabajadores que lidera, sino también con los clientes, proveedores, demás miembros de la empresa, familiares y amigos ¡Y es necesario! Los mejores negociadores tienen en cuenta las necesidades de terceros al momento de emitir una oferta de negociación.
Va muy de la mano con la empatía y la inteligencia emocional, son habilidades suaves que permiten al líder emitir una serie de propuestas que respeten las necesidades de las partes.
Repetir todos los días que quien lidera no debe perder la posición de “jefe” ante su rebaño es un desacierto muy común. Las relaciones cordiales entre líderes y trabajadores son imprescindibles para forjar un clima laboral agradable y, ante todo, muy productivo.
Por eso, lo más conveniente es llamar a cada empleado por su nombre, demostrar interés por su vida personal manteniendo el respeto, apreciar su esfuerzo y trabajo, y darle un reconocimiento cuando sea necesario. La idea es conseguir que el equipo se sienta relevante.
Todo aquel comentario que sirva para que un trabajador mejore, siempre debe salir de la boca de su manager. Por supuesto, los comentarios constructivos deben ser emitidos con respecto y empatía, procurando la calidad del trabajo sin afectar las emociones del trabajador.
Eso sí, lo más recomendable es dar las críticas en privado a modo individual. El propósito no es ni debe ser avergonzar al trabajador, sino conseguir su disposición al cambio al mostrar apoyo.
Esta es una de las habilidades suaves o soft skills más importantes que debe asumir un buen líder. Saber mantener la calma en medio de discusiones es necesario para encontrar una solución inmediata sin comprometer la relación de trabajo. La clave está en escuchar las diferentes opiniones y, en base a ellas, trazar un plan de acción.
Para esto, es importante hallar un punto medio, ser educado, mantener un tono de voz sereno, evitar las provocaciones y mantener la objetividad.
La mayoría de las competencias blandas se vinculan a la resolución de conflictos. Quien desee asumir la compleja postura de guiar a un equipo humano, debe tener la capacidad de ver soluciones donde otros ven conflictos.
En un ambiente de trabajo los problemas pueden ser diarios. Sea por conflictos entre colaboradores por cuestiones de personalidad, o por fallas laborales que inciden sobre algún proceso interno de la empresa.
El líder debe saber reaccionar de manera inmediata para hallar una solución a cualquier tipo de conflicto que se presente. En todo momento, debe cuidar los intereses de las partes involucradas y proponer una solución justa para todos.
La labor de liderazgo es compleja y demanda mucho compromiso, responsabilidad y honestidad. Esta última capacidad social ayuda a estrechar lazos de confianza, pues un trabajador se sentirá más confiado si quien lo lidera es una persona honesta que no tiene temor de mostrar sus sentimientos, y reconocer que también tiene problemas.
Es la honestidad la habilidad suave que ayudará a conseguir mejores resultados en las conversaciones cara a cara con cada uno de los colaboradores.
Un buen manager tiene que ser capaz de fomentar una óptima coordinación y colaboración en su equipo para evitar el desgaste de recursos y, por el contrario, conseguir los objetivos organizacionales en el menor tiempo posible y de manera satisfactoria.
Y es que, la coordinación y la colaboración ayudan a alinear los esfuerzos, fomentan las nuevas ideas, promueven una rápida identificación y resolución de conflictos. Para conseguir todo esto es imprescindible mantener una comunicación continua con los equipos.
Dentro de las capacidades y competencias sociales, la resiliencia destaca. Aunque la resolución de conflictos se propone como una vía efectiva para hacer frente a las problemáticas de manera inmediata, es normal que se den inconvenientes que no puedan solventarse. Como la entrega demorada de un proyecto importante.
Aquí, el manager debe reconocer su fallo, gestionar las consecuencias, asumir la responsabilidad y no permitir que resulten afectados quienes no hayan tenido la culpa del evento. Y un ser resiliente puede hacer todo esto, tiene la capacidad de reponerse ante cualquier circunstancia de manera inteligente.
Un líder debe ser capaz de identificar en qué situación actual se encuentra la empresa, cómo puede aportar su equipo de trabajo, con qué recursos dispone y cuál es la mejor ruta a seguir. Es él quien debe trazar un plan de acción para que su equipo de trabajo pueda conseguir los propósitos organizacionales.
Esta habilidad blanda se complementa con el resto de habilidades. En la planificación estratégica, un manager debe ser empático, honesto, fomentar el trabajo en equipo, construir relaciones de confianza, resolver conflictos, saber escuchar, comunicar y negociar.
Una fusión efectiva de las capacidades duras y habilidades blandas o soft skills permite que un líder esté en la capacidad de solventar determinadas circunstancias sociales críticas. Y, además, estar en la disposición de atender problemáticas gerenciales con el propósito de encaminar a la empresa al logro de sus propósitos organizacionales.
Brutal el artículo Héctor. Para mi las Soft Skills son fundamentales en cualquier curriculum, pero son imprescindibles en cualquiera del siglo XXI.
¡A seguir sumando!
¡Gracias por tu comentario Carlos! Pronto publicaremos más artículos sobre esta temática. Stay tuned! 🙂
Muy buen artículo Héctor, muy completo, gracias
Muy interesante el artículo, es claro y conciso. Gracias.
excelente publicación me gusto mucho